La noticia más esperada y anhelada por toda la humanidad en los últimos siete meses se da en medio del desconcierto y aún incredulidad, comprensibles por la importancia y significado de la misma. La complejidad de los sentimientos que afloraron desde el día en que la OMS declaró la pandemia y toda la humanidad se vio abocada a un cambio radical de estilos de vida, relaciones interpersonales, vida familiar, laboral y social, resultan difíciles no solo de expresar sino también de comprender en toda su dimensión.
Las medidas de cuarentena y confinamiento tomadas por los gobiernos frente a la amenaza que representa el SARS-CoV-2 desnudaron las fragilidades de los sistemas sociales, de las instituciones, de las ideologías políticas.
Los resultados obtenidos por la Universidad de Oxford son muy esperanzadores; sin embargo, faltan muchos temas por resolver: la universalidad de la vacuna, el posible acaparamiento por los países más ricos, tiempo de fabricación en cantidades suficientes para cubrir las demandas planetarias...
Ojalá, todas esas dificultades se resuelvan pronto; que nos preparemos para la sociedad postpandémica y que construyamos un nuevo contrato social más justo, equitativo, con oportunidades para todos.
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