En
la gramática moderna, la interjección no se clasifica como una
categoría gramatical tal como ocurría anteriormente. Hoy, la
interjección se considera como una palabra o partícula de carácter
invariable, como un elemento rudimentario que unas veces se constituye
en lenguaje, por ejemplo: ¡Hola!, ¡Viva!, ¡Bravo!, y otras veces, es un amorfo expresivo
que se forma a partir de sonidos bilabiales sordos o sonidos fricativos
con grafías especiales. Ejemplos de estos últimos casos son: ¡Psss!, ¡Ssss!, ¡Chitss!, ¡Shss!, ¡Chssssit!, ¡Berrr!, ¡Arrrr!. En otros casos, aparecen como formas lexicalizadas y expresivas: ¡Hum!. La interjecciones amorfas solo se pueden considerar lenguaje en sentido amplio.
Según
los gramáticos modernos, la interjección opera al margen de la oración
como un impulso locutivo, como símbolo palpable de la expresividad
afectiva. Con base en las consideraciones anteriores, la interjección se
puede definir como: la palabra o signo, a veces sin estructura
definida y sin valor gramatical ni semántico expreso, que desempeña
funciones linguísticas elementales y emotivas. Las
interjecciones responden a muy diferentes estados de ánimo y es muy
variada su gama afectiva, ya que pueden expresar alegría, deseo, dolor,
admiración, temor, miedo, sorpresa, ira, aprobación, cortesía,
incredulidad, burla, resignación, tristeza, amenaza, etc.
CLASIFICACIÓN DE LAS INTERJECCIONES:
1. Interjecciones apelativas: son aquellas que sirven para llamar la atención: ¡Eh!, ¡Chist!, ¡Ps!, ¡psché!, ¡Pshs!
2. Interjecciones expresivas:
Referidas siempre a situaciones emotivas como: ¡Oh!, ¡Ay!, ¡Ojalá!,
¡Huy!, ¡Bah!, ¡Menos mal!, ¡Hola!, ¡Caramba!, ¡Que va!, ¡Caray!
3. Interjecciones representativas:
Son aquellas que tienen un contenido; en algunos casos se convierten en
onomatopeyas: ¡sus!, ¡plaf!, ¡puf!, ¡prrumm!, ¡cataplum!
4. Interjecciones según la norma: Los gramáticos las clasificaron en propias e impropias.
Las primeras solo se emplean como interjecciones, por ejemplo: ¡Ah!,
¡Ay!, ¡puf!, ¡Uf!, ¡Tate!. Las impropias, son adaptaciones de otras
formas o palabras: ¡Cuidado!, ¡Dios mío!, ¡dale!, ¡Diablos!, ¡ya, ya!
5. Interjecciones improvisadas:
Se construyen con palabras y frases existentes: ¡Ahí va!, ¡Qué
barbaridad!, ¡Qué locura el Barcelona!, ¡Mi madre!, ¡Qué alegría!
BIBLIOGRAFÍA:
ALONSO, Martín. Gramática del español contemporáneo. Ediciones Guadarrama S. A., Madrid, 1968.
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