Existe entre los academicistas una muy extendida polémica sobre considerar o no el folclor popular como un producto artístico. Si
se considera que todas las manifestaciones literarias a través de la
historia han estado siempre ligadas a los mitos, a las leyendas, a los
relatos, a los cantos populares, y en general, a la cultura popular,
estas discusiones carecen de objetividad. En la Edad Media, durante el
proceso de formación de las lenguas neolatinas, se produjo la dicotomía
entre la literatura "culta" y la popular, y fue precisamente esta la que
logró un pleno desarrollo a través de la juglaría, contribuyendo
decisivamente a la difusión, crecimiento, y finalmente a la fijación de
las lenguas vernáculas ¿Se puede desestimar entonces el impacto social
de la música popular? Se puede arguir que la mayor parte de la música
popular adolece de permanencia. Cierto es que muchas composiciones no
resisten el paso del tiempo, por lo mismo, no transcienden; igual sucede
con muchísimas obras clasificadas como literarias. Sin embargo, muchas
otras se afincan en el alma popular y se convierten en íconos culturales
de valor superlativo.
La
música popular es la manifestación más original y pura de la lírica
entendida como la expresión de los sentimientos del autor frente a sí
mismo, a la naturaleza, al otro... Los payadores, los juglares, los
cantautores, los trovadores son capaces de interpretar el sentir de un
pueblo frente a los hechos más sublimes y más cotidianos. El villancico,
el corrido mexicano cuyo origen se sitúa en el romancero viejo y por
supuesto el vallenato, en el caso de nuestro país son solo algunos
ejemplos de diferentes manifestaciones lírico-musicales que forman parte
distintiva de la identidad cultural de nuestros pueblos. Por lo
anterior, la idolatría y la mitificación por quienes alcanzan a
adentrarse en el alma humana no son ajenas al proceso de construcción de
tejido social alrededor de la identificación de los sentimientos que
constituyen parte del ser colectivo. Tal es el caso de Diomedes Díaz.
"Amarte
más no puedo", "El cóndor herido", "Los recuerdos de ella", "Tu
cumpleaños", "La plata", "Sin medir distancias", "Tú eres la reina",
"Hija", "Déjame llorar", "Penas de un soldado", "La tierra tiene sed",
"De la misma manera", "No pierdo la fe", "Señora Tristeza", "Mi
compadre", el besito", "Si te vas te olvido", "A mi papá!, son apenas
algunas de las composiciones que le merecieron el reconocimiento
nacional y mundial a este cantautor recientemente fallecido.
A
Diomedes Díaz se le puede considerar el trovador por excelencia de la
música vallenata, Nadie como él interpretó los sentimientos más
dispares: la alegría, el amor, el dolor, la frustración, la esperanza,
la tristeza, la indiferencia, la fe, la religiosidad popular, los
sueños...
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