Por:
José Alejandro Vanegas Mejía
Siempre que se habla de Alfonso Fuenmayor surge su imagen asociada a Gabriel
García Márquez. De hecho, el Nobel colombiano lo menciona en ‘Cien años de
soledad’. En esa obra es uno de los jóvenes asiduos contertulios en la librería
del catalán Ramón Vinyes. También está Fuenmayor entre los amigos entrañables
de Agustín, muchacho dueño del gallo en ‘El coronel no tiene quien le escriba’.
Pero, ¿qué sabemos de este barranquillero que sin duda influyó en la
vida literaria de García Márquez? Paradójicamente, Fuenmayor no fue lo que en
rigor se conoce como escritor, término aplicado casi con exclusividad a los
novelistas, cuentistas, dramaturgos y ensayistas. El periodismo absorbió la
actividad de de este amigo de Gabo; prefirió dedicarse de tiempo completo a la
publicación de artículos en la prensa, aunque de alguna forma se asomó al campo
editorial con el volumen titulado ‘Crónicas sobre el Grupo de Barranquilla’
publicado en 1978. José Félix Fuenmayor, padre de Alfonso, sí es conocido como
escritor: sus obras “Cosme”, “Musa del trópico”, “Una triste aventura de
catorce sabios” y el libro de cuentos “La muerte en la calle” tienen un sitio
en la literatura colombiana. Alfonso Fuenmayor era el de más edad en el Grupo.
Nació en 1917 y murió en 1994. Fue él quien descubrió que en un sector de
Barranquilla existía un sitio llamado originalmente ‘El Vaivén’ y allí acudió
durante muchos años con sus amigos para conversar sobre literatura y otros
temas culturales. Encontraba siempre en ‘La Cueva’ a sus amigos Germán Vargas Cantillo,
Álvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez y al pintor Alejandro Obregón,
entre otros. Con su prosa cautivante, apoyada en sus profundos conocimientos,
ilustraba a los asistentes: no en vano poseía una biblioteca de más de siete
mil libros y era empedernido visitante de la librería del Sabio catalán.
Otro de los amigos de ‘La
Cueva’ fue Germán Vargas Cantillo
(1929 - 1991). Tenía fama de ser el colombiano que más rápido leía textos
escritos por otros; por eso participó como jurado en innumerables concursos
literarios. Prologó muchísimas obras. Fue director general del Instituto
Nacional de Radio y Televisión; también director de la Biblioteca
Departamental del Atlántico, además de columnista del diario
El Heraldo de Barranquilla, entre otros cargos. También fue Germán Vargas
corresponsal de El Liberal, dirigido por Alberto Lleras Camargo y periodista de
planta del periódico El Nacional. Publicó las conocidas columnas ‘Un día más’ y
‘Una ventana al mar’ en El Heraldo.
Álvaro Cepeda Samudio nació en Ciénaga en 1926. Murió en Nueva York en
1972. Se le considera uno de los grandes promotores de la cultura colombiana de
la segunda mitad del siglo XX. Estudió periodismo en los Estados Unidos, donde
adquirió una visión moderna de ese oficio. Él introdujo en el país la tendencia
llamada ‘Nuevo periodismo’, que combinaba crónicas noticiosas con visos de
literatura; sin duda Hemingway le había dejado un valioso legado. En la
narrativa sus obras son ‘Todos estábamos a la espera’ (1954), ‘La casa grande’
(1962) y ‘Los cuentos de Juana‘ (1972). El ‘Grupo de Barranquilla’ platicaba
sobre Faulkner, Cortázar y todas las novedades literarias conocidas por ellos,
pero sobre todo, como dice el crítico Nicolás Pernett, se dedicaban “a mamarle
gallo interminablemente a la vida”. Con frecuencia se busca la cercanía de los
famosos; pero los primeros amigos que tuvo García Márquez, los que decidió
mencionar en sus obras fueron pocos, entre ellos Rafael Escalona.
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