A
finales del siglo XV y durante el siglo XVI se produce en América el
proceso denominado la Conquista por parte de las potencias europeas,
especialmente España, Inglaterra, Portugal y Francia. Esa conquista
produjo como resultado la colonización del territorio del Nuevo Mundo.
Existe una polémica sobre el inicio de la literatura hispanoamericana,
ya que algunos autores aseveran que la misma se inicia con los escritos
realizados por los conquistadores sobre lo que veían y contaban durante
ese período. Visto de esa manera, el primer texto escrito sobre América
es "El diario de Colón". Allí se lee:
- "Navegó
al Oessudoeste. Tuvieron mucha mar y más que en todo el viaje habían
tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de
la carabela Pinta una caña y un palo y tomaron otro palillo labrado a lo
que parecía con hierro, y un pedazo de caña y otra hierba que nace en
tierra, y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras
señales de tierra y un palillo cargado de escaramujos. Con estas señales
respiraron y alegráronse todos. Anduvieron en este día, hasta puesto el
sol, veintisiete leguas.Después
del sol puesto, navegó a su primer camino, al Oeste; andarían doce
millas cada hora y hasta dos horas después de media noche andarían
noventa millas, que son veintidós leguas y media. Y porque la carabela
Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo
las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vio primero un
marinero que se decía Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, a las
diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre, aunque fue
cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó a
Pero Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y díjole que parecía
lumbre, que mirase él, y así lo hizo y viola; díjole también a Rodrigo
Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en el armada por
veedor, el cual no vio nada porque no estaba en lugar do la pudiese ver.
Después de que el Almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como
una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos
pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar
junto a la tierra. Por lo cual, cuando dijeron la Salve, que la
acostumbraban decir y cantar a su manera todos los marineros y se hallan
todos, rogó y amonestólos el Almirante que hiciesen buena guarda al
castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese
primero que veía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras
mercedes que los Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedís de
juro a quien primero la viese. A las dos horas después de media noche
pareció la tierra de la cual estarían dos leguas Amañaron todas las
velas, y quedaron con el treo, que es la vela grande sin bonetas, y
pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes, que llegaron a
una islita de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahaní
(...)"1.
Los
textos que aparecen en este período son cartas, relaciones de viaje,
diarios, que se convierten en literatura testimonial, en "crónicas"
con valor literario discutible, pero de enorme valor histórico, porque a
través de ellos podemos vislumbrar hoy a la América nativa.
Los principales cronistas son: Cristóbal Colón ("Cartas", "Diario de navegación"), Hernán Cortés ("Cartas de relación"; se conocen cinco, dirigidas al rey de España Carlos V); Francisco López de Gómara ("Historia de las Indias y conquista de Mexico", una obra en que se mezclan la realidad con la fantasía), Bernal Díaz del Castillo ("Historia verdadera de la conquista de la Nueva España"), Gonzalo Fernández de Oviedo ("Historia General y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano", escrita en cinco volúmenes), Bartolomé de las Casas ("Historia de las Indias", "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", documento que permite apreciar la barbarie de la conquista española: "(...)De
la gran tierra firme somos ciertos que nuestros españoles por sus
crueldades y nefandas obras han despoblado y asolado y que están hoy
desiertas, estando llenas de hombres racionales, más de diez reinos
mayores que toda España, aunque entre Aragón y Portugal en ellos, y más
tierra que hay de Sevilla a Jerusalén dos veces, que son más de dos mil
leguas.
Daremos
por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los dichos
cuarenta años por las dichas tiranías e infernales obras de los
cristianos, injusta y tiránicamente, más de doce cuentos de ánimas,
hombres y mujeres y niños; y en verdad que creo, sin pensar engañarme,
que son más de quince cuentos.
Dos
maneras generales y principales han tenido los que allá han pasado, que
se llaman cristianos, en estirpar y raer de la haz de la tierra a
aquellas miserandas naciones. La una, por injustas, crueles, sangrientas
y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto todos los que
podrían anhelar o sospirar o pensar en libertad, o en salir de los
tormentos que padecen, como son todos los señores naturales y los
hombres varones (porque comúnmente no dejan en las guerras a vida sino
los mozos y mujeres), oprimiéndolos con la más dura, horrible y áspera
servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestas. A
estas dos maneras de tiranía infernal se reducen e ser resuelven o
subalternan como a géneros todas las otras diversas y varias de asolar
aquellas gentes, que son infinitas.
La
causa por que han muerto y destruído tantas y tales e tan infinito
número de ánimas los cristianos ha sido solamente por tener por su fin
último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días e subir a
estados muy altos e sin proporción de sus personas (conviene a saber):
por la insaciable codicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor
que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan
ricas, e las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fáciles a
sujetarlas; a las cuales no han tenido más respecto ni dellas han hecho
más cuenta ni estima (hablo con verdad por lo que sé y he visto todo el
dicho tiempo), no digo que de bestias (porque pluguiera a Dios que como a
bestias las hubieran tractado y estimado), pero como y menos que
estiércol de las plazas. Y así han curado de sus vidas y de sus ánimas, e
por esto todos los números e cuentos dichos han muerto sin fee, sin
sacramentos. Y esta es una muy notoria y averiguada verdad, que todos,
aunque sean los tiranos y matadores, la saben e la confiesan: que nunca
los indios de todas las Indias hicieron mal alguno a cristianos, antes
los tuvieron por venidos del cielo, hasta que, primero, muchas veces
hubieron recebido ellos o sus vecinos muchos males, robos, muertes,
violencias y vejaciones dellos mesmos(...)"2. Alvar Nuñez Cabeza de Vaca ("Naufragios" y "Comentarios"), Pedro Cieza de León ("Crónica del Perú"), Fray Bernardino de Sahagún ("Historia general de las cosas de la Nueva España"), José de Acosta ("Historia Natural y Moral de las Indias"), Juan de Castellanos ("Elegías de varones Ilustres de Indias",
obra descomunal escrita en verso , de cerca de 120.000 endecasílabos
agrupados en octavas reales, dividida en cuatro partes, cada parte en
elegías, y cada elegía en cantos. Refiere en ellos multitud de episodios
de la conquista y expediciones de ilustres caudillos; "Historia del Nuevo Reino de Granada"), Lucas Fernández de Piedrahita ("Historia General del Nuevo Reino de Granada"), Fray Pedro de Aguado ("Historia de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada").
Un cronista de especial connotación es el inca Garsilaso de la Vega, un meztizo cultural, autor de "Comentarios reales de los Incas" (1609) en el cual expuso la historia, la cultura y las costumbres de los nativos del antiguo Perú. Además escribió "La florida del Inca" (1605) y "La historia del Perú" (1617)
Un caso especial es la "crónica épica" representada por Alonso de Ercilla y "La araucana"(1569),
obra en la cual narra la guerra entre los españoles y los mapuches.
Contiene episodios históricos como la captura y ejecución del
conquistador español Pedro de Valdivia y la muerte de los caciques
Lautaro y Caupolican a manos de los españoles. La obra se puede
clasificar como un poema épico.
De otra parte, también aparecieron algunas crónicas escritas por los vencidos: "Manuscrito anónimo de Tlatelolco" (1528), el "Testimonio de los informantes de Sahagún" (1585), "La historia Cichimeca" de Fernando de Alva Ixtlilxóchiltl, crónicas compendiadas por Miguel León Portilla en el libro "Visión de los vencidos" en 1967.
1. "Diario de Colón". Relación compendiada de Fray Bartolomé de las Casas
2. "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", Fray Bartolomé de las casas
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
ARIAS, Juan de Dios, "Historia de la literatura colombiana". Editorial Stella, Bogotá, 1960
PEÑA, Gutiérrez, Isaías, "Manual de la Literatura Latino-americana". Educar Editores, S.A., Bogotá, 1994.
WIKISOURCE, Diario de a bordo de Cristóbal Colón
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